miércoles, 23 de junio de 2010

Testimonio Padre Martín Lasarte (Angola)

Hola, mi nombre es Martín Lasarte, soy un sacerdote católico que se siente feliz y orgulloso de su vocación. Desde hace veinte años vivo en Angola, como misionero.

Durante mi vida sacerdotal y con la misión que realizo, he tenido diversas experiencias, donde el amor al prójimo ha sido el motor de mi vida. En el año 2002 tuve que transportar por caminos minados desde Cangumbe a Lwena (Angola), a muchos niños desnutridos. También salvamos la vida de miles de personas en Moxico, mediante el único puesto médico en 90.000 km2, así como con la distribución de alimentos y semillas. Además, durante 10 años hemos brindado educación y escuelas a más de 110.000 niños.

Junto con otros sacerdotes, hemos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15, 000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU. Destaco también, la labor del Padre Roberto, quien a sus 75 años, por las noches recorre la ciudad de Luanda para brindar atención y cuidado a los chicos de la calle, los cura y los lleva a una casa de acogida, para que se desintoxiquen, además lucha por alfabetizar a cientos de presos.

Hay otros sacerdotes, como el P. Stefano, que tienen casas donde alojan a chicos maltratados. También hay quienes, como Fray Maiato, que con sus 80 años, pasa casa por casa, confortando a enfermos y desesperados. Casi nadie sabe que más de 60, 000 sacerdotes y religiosos, han dejado sus tierra y a sus familia, para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a cero positivos… o sobretodo, en parroquias y misiones, dando motivaciones a la gente para vivir y amar.
Quiero compartirles que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, transportándolos de Kalulo a Dondo, fue ametrallado en el camino de regreso a su misión. El hermano Francisco, junto con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas, murieron en un accidente en la calle. También, decenas de misioneros en Angola han muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región…Ninguno pasa los 40 años.

Acompañar la vida de un Sacerdote “normal” en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve, no es algo que suela ser noticia de interés para los medios de comunicación, pues simplemente buscamos llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua.

No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada criatura.

viernes, 18 de junio de 2010


La Arena México se llena del amor de Dios

Este sábado 12 de junio, en la Arena México se reunieron alrededor de cinco mil fieles católicos para festejar a los presbíteros, esto como parte de la Clausura del Año Sacerdotal, convocado por el Papa Benedicto XVI desde el 19 de junio del 2009.

En medio de cantos, porras y un ambiente de oración; hombres, mujeres, religiosas, jóvenes e incluso niños, participaron de éste encuentro dedicado especialmente para nuestros pastores, quienes diariamente nos transmiten la Palabra y el amor de Jesús.

El evento dio inicio con la entronización de las imágenes de San Juan María Vianey, Santa María de Guadalupe y el Señor de la Misericordia. Más adelante, el laico Julio Hernández, director de Cristomanía, invitó a los asistentes a que no sólo en éste día recibamos a los sacerdotes en nuestro corazón, sino que los resguardemos ahí por siempre, y oremos por cada uno de ellos, desde el Padre que nos bautizó, el que nos ha impartido el sacramento de la reconciliación o aquél que comparte con nosotros diariamente el camino de la fe.

En su conferencia, “Sacerdote, gran intercesor”, el padre Carlos Triana, Asesor del Movimiento de Renovación Carismática en el Espíritu Santo, indicó que todos los cristianos somos sacerdotes desde el momento en que somos bautizados, y lo que nos diferencia de los presbíteros, es que ellos se consagraron a Dios para servirle en todo momento y también a su pueblo. La labor del sacerdote es ser un intercesor, porque nos aleja “de las influencias del maligno y siempre piden a Dios por la humanidad”, concluyó el Padre Triana.

La misa fue presidida por Mons. Juan Carlos Guerrero, encargado de la Vicaría Episcopal para laicos, quien explicó que el Santo Padre realizó este Año Sacerdotal, con el objetivo de reconocer el don del sacerdocio, y que igualmente, los pastores renovaran su fidelidad a Cristo y su entrega al reino de Dios. El Prelado insistió que este don es “algo único, que dejó el Señor, para la santificación de la Iglesia”. Con ello también exhortó a los sacerdotes a vivir en profundidad, la vocación a la que han sido llamados, entregándose como Jesús se entregó por la humanidad. Mons. Guerrero concluyó su homilía indicando que los cristianos deben ser transmisores de la palaba de Dios, “pero con toda su vida y no sólo con su voz”.

Al finalizar la celebración eucarística, los laicos entregaron a Mons. Guerrero un ramillete espiritual en el que ofrecieron misas, comuniones, jaculatorias, oraciones y acciones específicas por los sacerdotes, y se comprometieron a seguir pidiendo a Dios por ellos más allá de este año sacerdotal que termina.

Después de la Adoración Eucarística en la que Jesús Sacramentado recorrió los pasillos de la Arena México, tocando y sanando corazones, el evento concluyó con un concierto ofrecido por el grupo Rezzo y Fray Virgilio Sandoval Cruz, de la Orden de la Merced expresó a nombre de los sacerdotes que asistieron, que este encuentro les ayudó a recargar su energía y que además, ahora saben que alrededor del mundo, hay mucha gente que se encuentra orando por ellos, para que el Señor los fortalezca y que unidos a los laicos, caminen al encuentro de Dios.



Los laicos continuaremos orando por nuestros sacerdotes
12 de junio 2010, Arena México


En respuesta al llamado del Papa Benedicto XVI, alrededor de 6 mil personas nos hemos reunido hoy en la Arena México para Clausurar el Año Sacerdotal que fue convocado por el Santo Padre el 19 de junio pasado con motivo del 150 aniversario de la muerte de San Juan María Vianey, el Santo Cura de Ars.

Escuchamos y reflexionamos tres temas impartidos por los ponentes, adoramos a Jesús Eucaristía, participamos de la Santa Misa en la que entregaremos un ramillete espiritual por los sacerdotes y también con cantos, agradecimos a Dios el trabajo pastoral y social que realizan en el mundo y que ha significado una gran contribución al desarrollo del ser humano.

En este día de fiesta también les felicitamos y manifestamos nuestra gratitud por su entrega generosa a Dios y por poner su vida al servicio de la Iglesia; por seguir a Jesucristo y hacerlo presente en medio de la humanidad, santificándonos a través de los sacramentos, predicando su Evangelio con la palabra y el testimonio, y construyendo su Reino de amor y justicia, manifestado en tantas obras sociales.

La labor que nuestros amados sacerdotes llevan a cabo, nos acerca a Dios y fortalece nuestra vida fe, pues sabemos que al tiempo que son seres humanos con sus limitaciones, es Dios mismo quien actúa a través de ellos.

En su homilía pronunciada en la Clausura del Año Sacerdotal en la Plaza de San Pedro, el día 11de junio, el Papa Benedicto XVI enfatizó en que “El sacerdote no es simplemente alguien que detenta un oficio…Por el contrario, el sacerdote hace lo que ningún ser humano puede hacer por sí mismo: pronunciar en nombre de Cristo la palabra de absolución de nuestros pecados, cambiando así, a partir de Dios, la situación de nuestra vida… Por tanto, el sacerdocio no es un simple «oficio», sino un sacramento: Dios se vale de un hombre con sus limitaciones para estar, a través de él, presente entre los hombres y actuar en su favor. Esta audacia de Dios, que se abandona en las manos de seres humanos; que, aún conociendo nuestras debilidades, considera a los hombres capaces de actuar y presentarse en su lugar, esta audacia de Dios es realmente la mayor grandeza que se oculta en la palabra «sacerdocio».


Si bien este año, de muchas maneras hemos orado por cada uno de nuestros pastores, pidiéndole al Señor que les bendiga, que los fortalezca en medio del cansancio, las tentaciones, de las injurias y sobretodo que les permita experimentar la abundancia de su amor, continuaremos haciéndolo siempre, y de esta manera les mostraremos que no están solos, los laicos estamos con ellos y más allá de este Año Sacerdotal que termina, nuestra oración continuará, porque en la oración, está la fuerza del hombre.

Comunicación con Criterio, Unión de Voluntades, Cristomanía, Familia Eucarística, Derechos del Concebido, ARTEC, Fraternidad de Enfermos y Limitados Físicos, México corazón Guadalupano, Rezzo, Samaria, Adoremus, Emmanuel, Arcoíris del Espíritu Santo, Sumando Amor, Palabra y Obra, Messia, Escuela de Pastoral, Adoración Nocturna de la Arquidiócesis de México y muchos grupos más.